Desde que Robert Edwards, premio Nobel, descubrió la fecundación in vitro para ayudar a las parejas estériles a superar sus problemas de salud, los científicos siguieron trabajando con este método con el objetivo de mejorarlo. Clásico FIV sigue estando suficientemente extendida, según el Registro Europeo de Técnicas de Reproducción Asistida (facilitado por la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología). No obstante, ahora tenemos más opciones entre las que elegir, según las indicaciones médicas, porque se han inventado dos nuevos métodos de fecundación artificial: ICSI (Inyección intracitoplasmática de espermatozoides) y la pICSI (Inyección intracitoplasmática fisiológica de espermatozoides). Entremos en más detalles sobre cada uno de estos métodos.
Hay muchos casos de infertilidad, causados por factores de infertilidad combinados (masculino+femenino) o sólo masculinos. Esto significa que los espermatozoides están afectados en esos pacientes y pueden contener problemas genéticos o ser patológicos. En la fecundación in vitro habitual, los embriólogos clínicos incuban ovocitos con espermatozoides durante un tiempo determinado y en algunos casos puede dar lugar a dos malos resultados: uno, en el que un espermatozoide morfológica o genéticamente malo podría fecundar un ovocito y otro, en el que más de un espermatozoide fecundará un ovocito. En ambas situaciones puede dar lugar a anomalías genéticas en los embriones, que pueden expresarse en anomalías congénitas o enfermedades del futuro feto.
Para evitarlo, se pueden utilizar los métodos enumerados anteriormente. Son muy similares, pero captemos lo principal: se trata de un procedimiento de fecundación, guiado y controlado directamente por el embriólogo. Los ovocitos de una donante o de una madre biológica prevista se colocan en gotas de un medio especial, y los espermatozoides se colocan en un medio distinto dentro de la misma placa de laboratorio. Bajo un potente microscopio invertido, integrado en una estación de ICSI, el embriólogo clínico selecciona los mejores espermatozoides, según una evaluación de la calidad morfológica, y los "inyecta" en el interior del citoplasma de los ovocitos, con ayuda de micromanipuladores: un espermatozoide por cada ovocito.
Este procedimiento no es traumático para los ovocitos, debido a la plasticidad de la membrana del ovocito, al tiempo que impide cualquier fecundación anormal por más de un espermatozoide o por espermatozoides patológicos.
Una pequeña modificación de este enfoque dio lugar a otro método, que se denomina pICSI. Para entenderlo, debemos centrarnos en el estudio de algunos aspectos básicos de la biología reproductiva: para fecundar un ovocito, sólo una pequeña parte del espermatozoide debe introducirse en el citoplasma: el contenido de su cabeza. Durante la fecundación habitual, se produce un proceso denominado "capacitación", cuyo resultado principal es el reblandecimiento de la membrana de la cabeza del espermatozoide y la penetración con éxito del material genético en el ovocito a través de su membrana. El proceso se inicia debido al contacto entre la cabeza del espermatozoide y algunas sustancias químicas de la membrana externa del ovocito, una de las cuales es el "ácido hialurónico". Debido a algunos problemas genéticos o adquiridos, algunos espermatozoides pierden la capacidad de iniciar el proceso de capacitación y en consonancia no pueden fecundar con éxito al ovocito. Para superar este problema, el embriólogo utilizará el método pICSI: esta técnica es muy similar a la ICSI habitual, pero se aplica una gota de espermatozoides sobre una capa de ácido hialurónico, que ya se encuentra dentro de unas placas especiales de ICSI. Los espermatozoides atrapados o inmovilizados por la capa de ácido hialurónico pueden utilizarse entonces para la fecundación del mismo modo que en el procedimiento anterior de ICSI.
El médico reproductólogo, junto con un embriólogo clínico, determinará el método adecuado en función del resultado de algunas pruebas médicas, así como del historial médico de la paciente.